Nina Paula Laranjeira es profesora de la Universidad Federal de Brasília, (UnB), y actua en investigación y extensión en la Chapada dos Veadeiros desde 2008. En el siguiente artículo, la investigadora discute las relaciones entre la escasez económica y los peligros climáticos con la Agroecología y la Agricultura Familiar. Ambas actividades son soluciones posibles para la “crisis planetaria” como modelos sustentables de producción de comida y gestión del suelo de forma menos predatiria. Nina apunta que ese modo de producción trae consigo la oportunidad de unir alimentación saludable con justicia social. Ella trae para la discusión los casos que estudia en el interior de Goiás, y parte de ellos como macro, para el problema mundial.
Para la investigadora, Brasil “anda en contra vía con la historia” y ve la necesidad de librarnos del “envenenamiento impuesto por la industria alimenticia”.
Agricultura Familiar y Agroecolono es posible pensar más que el agro-negocio va a dar cuenta de producir alimentos suficientes para proveer las necesidades mundiales. El mito de que la agricultura industrial necesita producir cada vez más para soportar el crecimiento poblacional, se vino abajo.gía en tiempos de crisis global
Hemos acompañado hace algunos años, la trayectoria de asentamientos de la reforma agraria en la Chapada dos Veadeiros, Nordeste Goiano (Brasil), lo que nos permite traer algunos asuntos para la reflexión sobre el tema de la agricultura familiar que produce con base agroecológica, considerando el contexto actual de crisis global.
En el Alto Paraíso de Goiás, un estudio sistemático conducido a través de la metodología de Investigación-Acción, junto con un grupo de agricultores del Asentamiento Sílvio Rodrigues, trajo a la luz la realidad de agricultores de origen campesino, luchando para permanecer en la tierra y, para eso, aprovechando oportunidades, aunque fragmentadas, venidas del gobierno, de la sociedad organizada o de las universidades. Frente a esta preocupación con la producción de alimentos en momento de profundas transformaciones climáticas, emerge la importancia de la valorización de este segmento social, mientras vemos el país caminar en contravía de la historia.
La primera situación que presento es que la reforma agraria y el cuidado dado a la distribución de las tierras en Brasil, pasó por tentativa de cambio en los últimos años, sin embargo, al mismo tiempo que no fue lo suficientemente fuerte para modificar la situación de injusticia de ese cuadro de distribución de tierras brasilero, ni la deuda con las familias campesinas marginadas por la lógica capitalista, si tuvo un peso importante para dar visibilidad y fortalecer el segmento social de los agricultores familiares, trayendo a la luz su importancia para la seguridad alimentaria y, sobre todo para la soberanía alimentaria del país.
“no es posible pensar más que el agro-negocio va a dar cuenta de producir alimentos suficientes para proveer las necesidades mundiales. El mito de que la agricultura industrial necesita producir cada vez más para soportar el crecimiento poblacional, se vino abajo”.
El segundo punto es que, en el momento histórico en el que vivimos, de crisis planetaria, se pone en evidencia la importancia del consumo de alimentos frescos y sin agro-tóxicos, en contrapartida al envenenamiento impuesto por la industria alimenticia, además de la evidente necesidad de conservación de los recursos naturales. De este modo, no es posible pensar más que el agro-negocio va a dar cuenta de producir alimentos suficientes para proveer las necesidades mundiales. El mito de que la agricultura industrial necesita producir cada vez más para soportar el crecimiento poblacional, se vino abajo.
Como fuerte componente de la crisis global están los cambios climáticos y la reciente noticia de que los científicos asumieron que el clima entró en “territorio desconocido”, dados los récords de temperaturas de 2016 y 2017. Esa radiografía trae la urgencia de que modifiquemos los modelos de producción y de consumo, al mismo tiempo en que nos deja en alerta sobre la necesidad de invertir en tecnologías sociales que puedan responder a la producción de alimentos, sobre todo por la ocurrencia de eventos climáticos extremos.
Gradualmente la comunidad científica va entendiendo que, frente a las transformaciones climáticas, la resiliencia socio-ecológica en la producción de alimentos puede ser ampliada por medio de la lógica del paradigma agroecológico (ALTIERI; NICHOLLS, 2012). Este, además de la conservación ambiental, proporciona la conservación del patrimonio genético, invierte en la agro-biodiversidad, en la salud del suelo (y consecuentemente de los alimentos), en rescate y guarda de las semillas criollas y en la cultura campesina – elementos esenciales para las necesarias adaptaciones.
En este contexto, el tercer punto que trigo es el momento de regresión que vivimos en las políticas públicas brasileras, marcado por mentalidad retrógrada, que intenta sacar del mapa social brasilero el segmento de la agricultura familiar, y promueve corte de recursos para proyectos relacionados a la reforma agraria y a la infraestructura necesaria para la producción en este segmento. Tal retroceso compromete la producción limpia de alimentos, que además de no envenenar suelos ni aguas (ni nuestros cuerpos!), trae en sí la potencia de la justicia social y de la conservación ambiental, siendo, por tal motivo, imprescindible para la supervivencia de todos en este momento.
En cuarto lugar y como reflexión final, apunto la importancia del papel social que la Universidad debe cumplir en este contexto de crisis, uniendo producción de conocimiento con transformación social y caminando hacia los cambios inherentes al momento que vive la sociedad moderna y, consecuentemente, la propia Universidad. Como fuera señalado por Santos (2005, p.73), la Extensión Universitaria debería tener nueva centralidad en este proceso de transformación de las universidades, atribuyéndoles un papel en la “participación activa en la construcción de la cohesión social, en la profundización de la democracia, en la lucha contra la exclusión social y la degradación ambiental, en la defensa de la diversidad cultural.” Comparto este punto de vista, reforzando la necesidad del diálogo entre Universidad, Sociedad y Poder Público para el fortalecimiento y reconocimiento de la importancia de la Agroecología y de la Agricultura Familiar para la producción de alimentos, amenazada por las graves alteraciones climáticas.
Artículo: Nina Laranjeira